Quería haberle hecho la pelotilla a mi tutor, el profesor Sánchez Belén. Así que me apresté a comprar su libro "La política fiscal en Castilla durante el reinado de Carlos II", con el ánimo de pedirle una dedicatoria (snif, qué tierno detalle pelotillero).
Y me quedé con las ganas. Porque el libro, editado en 1996, está descatalogado. No, no queda bonito pedirle al autor que me dedique unas fotocopias.
Así que la próxima vez que los editores españoles cacareen de miedo ante el libro electrónico, alguien debería ponerles en su sitio. Tal vez la ministra de Cultura, si es que se atreve. Porque los editores españoles ejercen su derecho a la propiedad intelectual con tanto celo, que esconden obras imprescindibles.
En esta ocasión no le hago la pelota a mi tutor si digo que "La política fiscal..." es absolutamente imprescindible para conocer la hacienda pública de la segunda mitad del siglo XVII, la época a la que yo también me dedico.
Afortunadamente, hay bibliotecas. Hay editoriales que parecen producir exclusivamente para las bibliotecas. Publican, no reimprimen, y se acabó. Deberían leer un poco más a Mario Muchnick y su obra "Lo peor no son los autores". Más que nada, para que se les meta en la cabeza que existen las máquinas de tirada corta. Incluso hay libros electrónicos, ese "coco" ante el que se mueren de miedo, y que solucionaría problemas como la descatalogación de ensayos imprescindibles. Pero como no ven más allá de "El código Da Vinci" y otras ilustres mierdas, apañados vamos.
2 comentarios:
Cuánta razón tienes, amiga Mado. Yo tengo mi corazón dividido en el tema de las descargas. No soy un partidario absoluto de las descargas sin control porque creo en la necesaria remuneración del esfuerzo y el talento, aunque considero que siempre quien más pierden son los intermediarios que los autores. Y también sé que la lucha contra ellas pasará por una intolerable intromisión en la esfera privada de los internautas, cosa contra la que habrá que luchar. Pero por otra parte yo he conseguido poder ver películas o escuchar discos que ya no se encuentran de ninguna de las maneras ni en videoclubs, ni en bibliotecas bajándolas de la red. Yo siempre estoy dispuesto a pagar si es razonable el precio y la facilidad de consecución. Pero desde luego si la industria no me deja más camino para conseguir rarezas que piratearlas no tengo ningún problema.
Por eso entiendo tan bien tu cabreo y tu deseo de que pronto se puedan bajar todos los libros del mundo a una maquinita. Y eso ocurrirá. Siempre hay gente dispuesta a digitalizar para ofrecer, como con los discos, y eso que en el caso de los libros será mucho más trabajoso. Tengo un montón de ellos en la cabeza para hacerlo yo y otro montón para que lo hagan por mí.
Llevo mucho tiempo sin verte por mi casa. Y más por ésta la tuya, cosa bastante más incomprensible. Espero que sólo sea pereza.
Un saludo
Parece que me has leído el pensamiento con las descargas. Comparto tus dudas y tu criterio. Y reconozco que me cabrea (pero mucho) que la tarea del Ministerio de Cultura parezca agotarse en esta cuestión. Padezco por partida doble dos problemas en los que ese ministerio tiene mucho que decir: los archivos históricos y el problema de los descatalogados. Esos descatalogados que, en la práctica, están secuestrados.
Paso frecuentemente, y con mucho gusto, por tu casa. Recibo tus actualizaciones, y debo decir que el tuyo es de esos blogs que enriquecen y dan qué pensar. No es pelotillería rastrera. Mi casa, que tengo descolocada y hecha cisco, no acabará de tomar forma hasta que no terminen de tomar forma mis propias investigaciones. Estoy en ello, pero me temo que mi tesis va a llevar un desarrollo más lento que el de la consabida berza.
Un saludo y hasta pronto
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