Titular ficticio
Diario de Navarra
Una imbécil (de Madrid tenía que ser) muere de hipotermia en
la noche más calurosa del año
El titular es falso. Diario de Navarra nunca publicó un
titular descalificando a los madrileños, ni tratándome a mí de imbécil. Este
era el titular que me autoimpuse, en plena vena masoquista, mientras me
castañeteaban los dientes de frío helador en una noche sofocante de
Sanfermines.
¿Cómo es posible padecer ese frío espantoso en una tórrida
noche de julio? Muchas mujeres habrán averiguado la respuesta: era el efecto de
una crema efecto frío.
Soy de la cosecha del 64, como aquellas míticas añadas de
Ribera del Duero y Rioja. Pero olvidemos los parentescos vinícolas: lo que
realmente interesa es que estoy a punto del medio siglo y, por tanto, soy para
la industria cosmética eso que los cursis llaman “target”. Cuando los
publicistas huelen cuarentonas y cincuentonas con relativo poder adquisitivo,
sufren un subidón de adrenalina, imaginándose un espectáculo de tarjetas de
crédito voladoras. Todo ello con Forever Young como banda sonora. La
cuarencincuentona de hoy no se gasta el dinero en novenas. Sacrifica en el
altar de otros dioses: Eterno Juvenil, Debelador de Celulitis y, el más
ridículo de todos, Estás Mejor Ahora Que Con Veinte Tacos.
Pero yo soy atea desde pequeñita y, como decía el del chiste
a unos testigos de Jehová que querían convertirle: “Sí, hombre, no creo en mi
religión, que es la verdadera... como para creer en la suya”. Así que no le
pongo cirios a Fátima y Lourdes, las patrocine el Vaticano o toda la industria
cosmética en pleno. Las arrugas salen y se quedan. Se te van cayendo las cosas
que tenías más o menos firmes. Y, lo peor, te quedas medio minuto en el umbral
de la cocina preguntándote qué cuernos has ido a hacer allí, si lo que llevas
en la mano es el ordenador portátil.
La escasa eficacia de los milagros a tantos euros el frasco
o la inyección quedan acreditados gracias a las revistas del corazón y los
programas del hígado, donde vemos a mujeres muy adineradas luciendo una facha
espantosa, con el morro inflado, la cara de susto, las manos de cocodrilo junto
al brillo paralítico del bótox. Lasciate ogni speranza voi ch’entrate: ni todo
el dinero del mundo puede contra el paso del tiempo.
Las cremas efecto frío se venden como remedio para las
flaccideces, la mala circulación sanguínea y, agárrense, la celulitis. He visto
atletas de alta competición con celulitis, y ahora nos cuentan que una crema
efecto frío pone coto a la temida piel de naranja. Ya. Juas.
¿Qué hacía yo, entonces, untada en crema efecto frío? Algo
lógico: quitarme el calor de encima. El mes de julio de 2010 fue
particularmente caluroso en Pamplona, donde me encontraba pasando las fiestas.
Serán los genes asturianos, pero odio el calor. Lo odio con toda mi alma, algo
engorroso para alguien de Madrid, donde tenemos cuatro estaciones: invierno,
Chamartín, verano y Atocha. En verano me arrastro de aire acondicionado en aire
acondicionada y me disloco la muñeca a abanicazos.
Esos Sanfermines, y después de un día abrasador, me di una buena ducha. Pero
aquella noche no corría ni una brizna de aire, y el calor seguía siendo
insoportable. Así que recordé que había comprado una crema refrescante para mi
pierna recién operada (adiós, safena, adiós). Y me unté una dosis generosa por
el cuerpo.
Decía Santa Teresa, que tenía puntas de mujer sabia, que se
derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las denegadas. Quise
olvidar el calor abrasador, y me moría de frío. Ventanas cerradas. Dos mantas.
Una temblequera intensidad Niña del Exorcista. Y el titular masoquista que abre
esta entrada:
Diario de Navarra
Una imbécil (de Madrid tenía que ser) muere de hipotermia en
la noche más calurosa del año
P.S. Sigo utilizando la crema para quitarme el calor de
encima. Basta con observar dos precauciones: no administrarla jamás después de
una ducha y extender cantidades pequeñas de producto. Así aplicada, me ha
salvado de calores insufribles. Y, teniendo en cuenta que es mentolada, una
pequeña cantidad en las fosas nasales evita aguantar los malos olores de esos
muertos pútridos vivientes que infestan los transportes públicos urbanos.
Dedicado a Fani Grande (elfemurdeeva.blogspot.es)